El lunes 5 de mayo de 2025, las principales empresas de entretenimiento y streaming en Estados Unidos experimentaron caídas en sus acciones tras el anuncio del expresidente Donald Trump sobre la imposición de un arancel del 100% a todas las producciones cinematográficas extranjeras. Esta medida, justificada por Trump como una respuesta a amenazas a la seguridad nacional, afectó directamente a compañías como Netflix, Disney, Warner Bros. Discovery y Amazon, cuyas acciones registraron descensos significativos.
Causas y consecuencias del arancel propuesto
La industria cinematográfica estadounidense ha trasladado gran parte de su producción al extranjero en busca de incentivos fiscales, costos laborales más bajos y locaciones únicas. La imposición de este arancel podría aumentar los gastos de distribución, reducir los márgenes de ganancia y afectar la estrategia de inversión en contenidos internacionales de estas empresas.
Además, la falta de claridad sobre cómo se aplicará este arancel a plataformas de streaming como Netflix, Disney+ o Max, que ofrecen contenidos filmados en distintos países, ha generado incertidumbre en el mercado.
Reacción del mercado y posibles implicaciones legales
La Bolsa de Valores de Nueva York registró caídas en los índices principales: el Dow Jones bajó un 0.40%, el S&P 500 retrocedió un 0.72% y el Nasdaq cayó un 0.73%. Los inversionistas adoptaron una postura más cautelosa, priorizando la venta ante el aumento de la incertidumbre política y comercial.
Desde un punto de vista legal, el anuncio enfrenta obstáculos significativos. La Ley de Emergencia Económica Internacional de 1977, modificada por la Enmienda Berman de 1988, prohíbe al presidente de EE.UU. imponer restricciones a «materiales informativos» como películas, libros y música. Expertos legales afirman que esta ley limita el poder presidencial en este ámbito.
Además de los efectos directos en las empresas de entretenimiento, este arancel podría tener repercusiones en la economía en general. El aumento de los costos de producción podría llevar a un incremento en los precios de las entradas al cine y otros servicios relacionados, afectando el consumo de los espectadores. También podrían surgir tensiones con países productores de cine, como China y Canadá, que podrían responder con medidas similares, afectando la cooperación internacional en la industria cinematográfica.