Sandra (Sandra Hüller), Samuel (Swann Arlaud) y su hijo de once años Daniel (Milo Machado Grane, viven desde hace un año lejos de la civilización, en las montañas. lejos de la civilización, en las montañas. Un día Samuel aparece muerto al pie de su casa. Se inicia una investigación sobre la sospechosa muerte. Los investigadores parecen querer llevar ellos mismos el caso a un final rápido: la fiscalía presenta cargos contra ella. La propia Sandra sigue luchando con la muerte de de su marido: ¿se suicidó o fue realmente – como sospechan los investigadores- un asesinato. Pasa un año antes de que el juicio arranque a los tribunales. Entonces, Daniel también es llamado al estrado. La relación entre madre e hijo se pone entonces a puesta a prueba; sobre todo por el fiscal, que empieza a que comienza a escudriñar brutalmente a los dos con sus preguntas.
Un hombre cae al suelo y muere en la cabaña donde vivía con su mujer, su hijo y su perro. Así de fácil, con esta premisa, comienza Anatomía de una caída, la película de Justine Triet ganadora de la Palma de Oro en Cannes. A priori, el cadáver podría estar ahí por accidente, pero la investigación policial suscita ciertas dudas: ¿un suicidio? ¿un asesinato? La única sospechosa es su mujer, a quien da vida Sandra Hüller.
Anatomía de una caída es un ‘thriller’ procedimental que narra la investigación y el juicio al que debe someterse la protagonista tras la muerte de su marido. Con diálogos perfectamente escritos y actores que los defienden con tremenda dignidad, Triet mantiene un ritmo envidiable a lo largo de todo el relato. Una de las decisiones más acertadas de la cineasta, que también coescribe el guion junto a Arthur Harari, es aislar a la familia protagonista. De esta forma, el espectado